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DOCUMENTOS


“La política no es un juego de damas”
Tabasco, 1915-1953


Gabriela Contreras Pérez

En los textos que analizan los primeros años del proceso revolucionario es difícil encontrar historias que revelen el papel que desempeñaron las mujeres en distintas coyunturas políticas, definiendo circunstancias de cambio, influyendo en decisiones y movilizándose. Aparecen, por lo general, en un segundo plano, dirigidas por una sola persona, incitadas a la organización o participación. A veces aparecen entre líneas: las soldaderas, las mujeres que lloraban la pérdida de sus hombres, esposos e hijos; las madres, derrotadas, sometidas. Las maestras, al fin, que son situadas, primero, en un entorno de escenarios encubiertos por el romanticismo de la entrega sin fin y la obediencia. Pero son todas éstas las que, con su ignorada presencia, vigilancia, participación y movilización, consiguieron cambios que ahora disfrutamos, casi un siglo después de iniciarse la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos femeninos.

Abordar el tema resulta, entonces, complicado. No todos los autores consideran relevante aportar elementos sobre las mujeres en la política. En el caso de Tabasco, se cuenta con una historia en la cual se transita por puntos muy definidos: en esta entidad se realizó el Primer Congreso Feminista; es uno de los estados en los cuales se estableció constitucionalmente el derecho de la mujer a votar; las maestras que dejaron su profesión para incursionar en el periodismo y de ahí pasaron a formar parte de las comitivas, pronunciando emotivos discursos, manifestándose como revolucionarias, incitando a sumarse a las organizaciones promovidas por Tomás Garrido Canabal.
Las referencias sobre sus actividades no se encuentran siempre documentadas. Son historias que han ido pasando de boca en boca, de una generación a otra, con las distorsiones implícitas en esos casos. Los textos consultados no refutan estas versiones aunque tampoco precisan las fuentes.

El trabajo que se presenta a continuación pretende contribuir en estas historias. He considerado importante recuperar algunas de las actividades de las mujeres tabasqueñas desempeñadas como maestras y en su labor de difusión como periodistas. No se trata de encasillar en estas dos actividades el complejo mundo político del feminismo de aquellos años, pero son estas las dos fuentes más relevantes, en cuanto a la obtención de informes, actividades, datos. El magisterio, en el caso de las tabasqueñas es muy importante por sus planteamientos pedagógicos, que aportaron cambios importantes en las formas de enseñanza–aprendizaje. En el caso de las periodistas, se trataba de participaciones breves en los periódicos locales que fueron abriendo importantes espacios a las mujeres, en general.

Precisamente en un artículo periodístico de los primeros años del siglo XX, cuando se discutía acerca de las características y condiciones del voto femenino, era recurrente la burla a las mujeres: se les adjudicaba constantemente una incapacidad para discernir y analizar la situación política, se les señalaba como dependientes de las decisiones de los hombres y, encima, se les acusaba como cómplices del clero. Las mujeres, por lo tanto, no podían hacer política, no sabían de estrategias, no tenían visión de futuro, no conocían las repercusiones de los movimientos políticos, ni sabían del impacto de las alianzas o repliegues de los distintos grupos en el poder. El editorial de un diario tabasqueño señalaba: “La política no es un juego de damas”. Pero a la distancia vemos de qué manera esas mujeres desmontaron estas versiones de su vida, han ido ejerciendo sus capacidades, actuando con determinación y fuerza, defendiendo sus intereses. Buscan incansablemente el reconocimiento de sus derechos, la defensa de la dignidad de la vida humana. No buscan coronarse en el tablero de la política.

Rojos y azules
La división entre rojos y azules en el estado de Tabasco fue una de las condiciones que marcó la vida política en el estado, antes, durante y después del proceso revolucionario. Azul imperial y rojo revolucionario. Azules de la región de Los Ríos, el Grijalva y el Usumacinta; rojos de la Chontalpa. Una región, la primera, con cercanía geográfica y cultural a Campeche, a la península de Yucatán; la otra, cercana a Veracruz, con relativa facilidad de acceso y mejor comunicación con el centro. Tabasco, territorio lejano de cualquier modo y, sin embargo, no escapó a las formas de control del centro del país: por el contrario, es notable la permanencia de un grupo político del cual sobresalieron tres gobernadores que dominaron la escena entre 1857 y 1910 (Victorio Victorico Dueñas, Simón Sarlat Nova y Abraham Bandala); grupo político que formó parte de un patrón político efectivo.

Alrededor de cada uno de estos gobernadores se aglutinaba un selecto grupo integrado por magistrados, diputados y senadores, que tendrían las mismas posibilidades de repetir en el cargo durante años. Además, en la élite local se contaba con un grupo de propietarios, unas cuantas familias, que vivían de tierras que tal vez nunca llegaron a conocer en toda su extensión. Entre ellos, Policarpo Valenzuela encabezaba la lista de propietarios, con la mayor parte de las tierras en la entidad, quien no perdió oportunidad para aprovechar todos los beneficios para conservar sus privilegios.

Muchos de los integrantes de la élite tabasqueña provenían de Campeche o de Yucatán; algunos otros eran inmigrantes extranjeros con inversiones en la explotación de palo de tinte, caña de azúcar, copra, y plátano.
En la oposición estaba el combativo Ignacio Gutiérrez quien, se dice, inició actividades subversivas mucho antes que su paisano José María Pino Suárez llegara a ser vicepresidente. Estos rebeldes se concentraron en la región de la Chontalpa desde donde fueron sumando adeptos. Las historias de abusos por parte de la élite local y, en consecuencia, los desplazamientos de comunidades enteras se repetían una y otra vez. Eran conocidas las familias que desde mediados del siglo xix habían mantenido su control en la entidad, ya fuera a partir de su permanencia en los círculos gubernamentales o por incrementar sus propiedades, manteniéndolas sin mostrar interés en las condiciones de producción, ni en las condiciones de vida de quienes habitaban en los pueblos.

Aquellos que se unieron a Ignacio Gutiérrez no sólo denunciaron los excesos de los grandes propietarios sino que consiguieron el reconocimiento como grupo revolucionario, los Rojos, de la Chontalpa.

En el grupo adversario, los Azules, de la zona de los Ríos, se encontraban familias vinculadas a distintos gobernadores (Simón Sarlat, Abraham Bandala) y señaladas por haber apoyado a los intervencionistas en el año de 1864. Los enfrentamientos y el desorden a lo largo del año 1910 no impidieron, no obstante la elección de Policarpo Valenzuela, a la sazón el hombre más rico y el mayor propietario de fincas en la entidad tabasqueña (más de 200 mil hectáreas). Sin embargo, Valenzuela renunció el 3 de junio de 1911, argumentando que “quería dejar al Estado en libertad de implantar con toda amplitud el nuevo orden de cosas establecido por el movimiento revolucionario que derribó al Gobierno del Presidente de la República Porfirio Díaz”.

Los posteriores acontecimientos de la política local se desarrollaron bajo el impacto de la política nacional: el gobierno de Madero, el interinato de Manuel Mestre Ghigliazza y de Domingo Borrego. La elección de Mestre y su petición de licencia indefinida, tras el asesinato de Madero y Pino Suárez. Luego, el cubano, Agustín Valdés y el interinato de Alberto Yarza, con el apoyo de los azules.

Pero, a pesar de todos estos cambios, el enfrentamiento entre rojos y azules persistía. Las disputas con los rojos de la región de la Chontalpa no cesaron.

En realidad no puede hablarse de un orden en la sucesión de gobernadores, pues los tiempos estaban marcados por los conflictos y confrontaciones entre rojos y azules, entre sectores intermedios, todos ellos tratando de mantener bajo control sus espacios de dominio. Las fechas y nombres que se citan a continuación dan una idea aproximada de cómo fueron los cambios en Tabasco en los primeros años tras el estallido revolucionario: Alberto Yarza fue el gobernador interino, apoyado por la élite local, de agosto 30 de 1913 a febrero de 1914, cuando se impuso como gobernador Luis Felipe Domínguez, bajo circunstancias poco claras. Identificado plenamente con los azules, permaneció en el cargo hasta octubre del mismo año; pero ante la ingobernabilidad y ante el fuerte conflicto generado, se dijo que el resultado de la elección en realidad favorecía a Carlos Greene, de los Rojos, quien ocupó el cargo entre el 1º de octubre de 1914 y el 2 de febrero de 1915.

Alineado con los revolucionarios se perfilaba una nueva situación para Tabasco, pero Greene solicitó licencia para acudir a la Ciudad de México. Como interino se nombró entonces a Aquileo Juárez, quien ocupó el cargo hasta el 26 de agosto de 1915. Dado que las circunstancias de la elección habían sido tan complejas y con tantas arbitrariedades de ambos lados, se optó por una nueva convocatoria para elegir gobernador. Así, el 27 de agosto de 1915 fue electo Pedro C. Colorado, de los rojos, pero fue asesinado dos días después. Por ello fue designado como gobernador sustituto Aquileo Juárez, a partir del 30 de agosto. Toda esta inestabilidad propició que Venustiano Carranza nombrara a Francisco J. Múgica como comandante militar, a partir del 1º de octubre de 1914.

Posteriormente, a partir de septiembre de 1915, como gobernador provisional hasta el 13 de septiembre de 1916.
La historia de esos dieciocho meses merece un estudio de mayor profundidad, particularmente si pensamos en el ambiente que prevaleció en la entidad ante las condiciones de inestabilidad, violencia e intentos de cambios en las disposiciones legales.

Cabe destacar que durante el periodo carrancista se debatieron las posibilidades del sufragio femenino y, aunque hubo dictámenes favorables por parte de la Comisión Constitucional correspondiente, Carranza se opuso a ello a pesar de haber argumentado a favor del sufragio universal. Se dijo entonces que era delicado considerar que todas las mujeres estaban en las mismas condiciones para votar.

Las mujeres tabasqueñas en ese espacio violento y cambiante
Todos estos cambios dan cuenta de la inestabilidad y condiciones conflictivas en las que se encontraba la entidad. Esto sin contar las difíciles condiciones del territorio en esos años, la lejanía en la que se encontraban, la dificultad para trasladarse incluso dentro de la entidad, lo complicado que resultaba atender problemas de abasto. Encima de todo, las enfermedades que por épocas recrudecían: de la tuberculosis y la influenza española al paludismo. Una sociedad con muchas carencias y con profundas divisiones socioeconómicas y con viejos rencores e interminables historias de abusos.

El impacto en la vida cotidiana se reflejó en el incremento de viudas y mujeres solas, niños que se incorporaban a temprana edad a las actividades de responsabilidad, que abandonaban la escuela, que debían elegir a qué bando unirse. Familias completas que mudaron de la entidad para establecerse en Campeche, Veracruz o la Ciudad de México. Quienes permanecieron atestiguaron diversas movilizaciones, procesos políticos que generaban corriente de opinión y que impactaron la forma de concebir las relaciones sociales. Las mujeres, en medio de todo esto, no podían permanecer apáticas, sin algo qué decir, resolver o sin tomar posición.

Hacia agosto de 1915, cuando Venustiano Carranza iba consiguiendo consolidar sus fuerzas, envió a Francisco J. Múgica a Tabasco. Los enfrentamientos con el grupo rebelde de Ignacio Gutiérrez habían dejado como saldo la muerte del entonces gobernador, Pedro C. Colorado, el 28 de agosto de 1915, y los distintos grupos políticos no habían podido establecer puntos mínimos de acuerdo. La tarea de Múgica era apaciguar la situación política en la entidad y establecer líneas de acción institucionales que garantizaran la participación ordenada de los grupos políticos existentes.

Se dice que Múgica no recibió expresiones de simpatía de los grupos políticos tabasqueños pero consiguió calmar los ánimos, la violenta confrontación y, no sólo eso, emprendió una serie de cambios y gestionó actividades ––muchas con un marcado acento jacobino–– que habrían de tener impacto posterior en la vida política no sólo de la entidad, sino en el plano nacional. En realidad, para Múgica fue una oportunidad su asignación a la entidad tabasqueña en donde podría poner en práctica algunas de sus ideas, en particular aquellas que denotaban su jacobinismo. Por otro lado, la cercanía con Felipe Carrillo Puerto y con Salvador Alvarado, tanto en términos territoriales como ideológicos, fue determinante para el impulso de una serie de actividades que modificaron muchas de las pautas políticas en el sureste mexicano: reparto de tierras, utilización de los templos religiosos para actividades políticas o como escuelas, impulso a propuestas en la educación, instalación de centros de sanidad, para evitar la propagación de enfermedades. Pero, sobre todo, abrió las posibilidades al debate sobre la participación política de las mujeres.

Una de estas actividades fue el Congreso Feminista de Tabasco que se llevó a cabo con el apoyo de Francisco J. Mújica, con la asistencia de algunas jóvenes involucradas en labores de enseñanza y algunas otras relacionadas con el grupo de revolucionarios (rojos, guindas, en realidad las diferencias no eran tan abismales en términos políticos, sino en estrategias y alianzas). La orientación y objetivos de este evento estuvieron marcados no sólo por los ideales sufragistas, sino por el intento de conseguir el reconocimiento a las mujeres como ciudadanas. Las condiciones previas a la intervención de Mújica y de las mujeres involucradas en este evento estaban marcadas, como era común, por el control de los hombres. Control institucionalizado y legalizado.

En efecto, apenas un año atrás, siendo gobernador interino Alberto Yarza, se había emitido el Decreto Número 16, mediante el cual el XXVI Congreso Constitucional del estado de Tabasco expidió la Constitución Política de Tabasco, en cuya sección tercera, artículo 14, establecía: “Son ciudadanos del Estado todos los varones mayores de diez y ocho años, siendo casados, y de veintiuno, si no lo fueren que, conforme al artículo anterior, sean tabasqueños”.
El artículo 15 establecía las prerrogativas de los ciudadanos tabasqueños: votar en las elecciones populares, ser votados para todos los cargos de elección popular “y nombrado con preferencia a los extraños, en igualdad de circunstancia”; reunirse para discutir, enrolarse en la Guardia Nacional, inscribirse en el padrón; contribuir “como todos los habitantes del Estado” para los gastos públicos. Las mujeres, aunque fueran nacidas en la entidad, fueran mayores de 18 años, casadas o trabajaran, no tenían ningún derecho político, social ni económico.

Con Mújica se entreveía la posibilidad de revertir esta situación. Aparte del mencionado Congreso, expidió un decreto que definió el establecimiento de una escuela de educación técnica para las mujeres, en la que ellas eran una fuerza social prioritaria para el proceso revolucionario. También organizó un Congreso denominado “Clínica pedagógica”, que tenía por objetivo la preparación de los maestros y maestras y mejorar el nivel educativo. En ese mismo sentido promovió el que jóvenes y jovencitas normalistas fuesen a ampliar sus estudios a la Ciudad de México. Una de ellas fue María Rosario Gutiérrez Eskildsen.

Tanto la actividad femenina en el proceso social como su participación en la vida política llevarían al desarrollo y a su práctica integral como ciudadanas. No obstante, la permanencia de Mújica en la entidad no se prolongó lo suficiente como para garantizar tanto la continuidad como el reconocimiento legal de sus derechos y el respaldo para el desempeño de estas actividades. Las mujeres que habían participado en esto, como Dolores Correa Zapata y Rosario María Gutiérrez Eskildsen, contagiaron con su intenso activismo a otras jóvenes maestras impulsando diversas tareas en diversos centros educativos.

Otras más, como Ana Santa María, Armenia Fernández Díaz, Virginia Pérez Gil, Constancia Fernández de Giorgana, Carmen Cadena de Buendía, Reyna Margarita Hernández de Trigo entre otras muchas, siguieron la propuesta de la escuela racionalista de Ferrer Guardia. Las maestras, con su entusiasmo y disciplina, se dispusieron a encauzar su esfuerzo para modificar la situación de pobreza de sus estudiantes, condición que día a día atestiguaban. Era ese el momento para empezar a cambiar.

Las nuevas buenas y las experiencias compartidas
Desde fines del siglo xix, las publicaciones femeninas enunciaban ya el difícil e importante papel de las mujeres. Algunas de esas revistas insistían en argumentar sobre la importancia de la ilustración de la mujer y su relevancia tanto para conservar el núcleo familiar como para preservar los valores de la sociedad.

Ejemplo de este estilo de publicación fue La Siempreviva, que por lo general incorporaba breves notas sobre las madres, incluía poemas, algunos cuentos breves. Narraciones románticas, pero, entre una y otra sección, siempre se subrayó la importancia de que la mujer pudiera tener acceso a la educación. Editada y dirigida por la maestra yucateca Rita Cetina Gutiérrez, no es difícil que tuviera circulación en el sureste, que por entonces tenía mucha más cercanía entre sí que respecto al centro del país. La maestra Cetina dirigía la escuela del mismo nombre a que hace referencia el título de la revista y cabe destacar que ella fue maestra de Elvira Carrillo Puerto. También es justo resaltar la constante colaboración en La Siempreviva de las escritoras Gertrudis Tenorio Zavala y Cristina Farfán, primas de Dolores Correa Zapata.

Así pues, la aparición de nuevos periódicos y publicaciones posibilitó la expresión para algunas mujeres. Temas difíciles, de los cuales sí se escribía, como el relativo al divorcio, los hijos sin padre y las dificultades para su reconocimiento como legítimos, se combinaban con problemas de los cuales no se hablaba ni se escribía pero sí se afrontaban: la viudez, el abandono que sufrían por parte de los hombres que se incorporaban a alguno de los bandos revolucionarios, los problemas de salud, las pensiones que difícilmente conseguían. Las ideas sobre las posibilidades de las mujeres, las reflexiones respecto a su importancia social y política, iban en aumento aunque tales publicaciones no estuvieran al alcance de todas: unas leían, otras comentaban.

Cabe destacar que no todas las revistas en las que se abordaban estos temas eran especialmente dedicadas a las mujeres. La lucha revolucionaria se concebía como un problema de conjunto en el cual las mujeres eran una parte más de todo el proceso. Revistas como Ariete o Revolución Social fueron ejemplares en la difusión que daban a la necesidad de incorporar a las mujeres en las discusiones de carácter social y político, invitarlas a la militancia.
Estos aspectos que referían una cotidianidad con diferentes niveles de complejidad, se abordaban con una perspectiva moral. Lo realmente importante eran los valores que normaban las relaciones sociales, familiares, institucionales. Las mujeres, se decía repetitivamente, tenían ese importante papel en la sociedad: conservar los valores que daban cohesión a las familias.

No obstante, las condiciones sociales y políticas no estaban como para que las mujeres se quedaran sin hacer algo. Pese a no tener espacios de acción reconocidos era un hecho irrefutable su importancia en diversos ámbitos: como jefas de familia, en las escuelas, como educadoras; en las actividades productivas.

A principios de los años veinte, cuando algunos militantes del Partido Comunista Mexicano se esforzaban ya por integrar grupos organizados que pugnaran por mejores condiciones de trabajo y reformas generales en la participación política, las mujeres vinculadas a este partido y a otros como el Partido Socialista del Sureste y más adelante, en Tabasco, al Partido Socialista Radical, protagonizaron uno de los eventos políticos más relevantes de la época: conseguir ejercer su derecho de voto. En más de un sentido, estos importantes cambios se habían ido construyendo desde la cotidianeidad, a partir de los pequeños cambios en los ámbitos en donde la presencia y el quehacer de las mujeres era mayor. Pero antes de ello, se desató un nuevo conflicto nacional derivado del proceso de sucesión presidencial: la rebelión delahuertista.

Decreto del 6 de marzo de 1925
Entre las consecuencias de este movimiento se encuentra la ocupación de los rebeldes en la entidad tabasqueña. Cuando las fuerzas gubernamentales hubieron controlado el levantamiento, el gobernador Tomás Garrido Canabal impulsó la creación de las llamadas Ligas Locales de Resistencia. Éstas eran válidas tanto para los trabajadores del campo como para los que se ocupaban de los trabajos en el puerto. Las mujeres estaban consideradas como parte importante de estas organizaciones, que con el tiempo llegarían a constituir la fuerza política y de movilización del garridismo. Hubo acciones que marcaron la actividad política del garridismo después de la rebelión delahuertista. El primero se relaciona con el decreto para regular las actividades religiosas en la entidad. El segundo es el relativo a la participación política de las mujeres.
Esas dos determinaciones fueron expedidas por la Legislatura Local el día 6 de marzo de 1925. El decreto definía que se concedía el voto para integrar el Ayuntamiento de Villahermosa. El decreto dice:

Artículo 1.
Es de concederse y se concede a la mujer el derecho de votar y ser votada en los comicios electorales para ayuntamiento.

Artículo 2.
Los cuerpos edilicios sólo podrán estar integrados por una tercera parte de mujeres, sin que puedan ocupar la presidencia de la Corporación.

Artículo 3.
Para que la mujer pueda formar parte de las Corporaciones Municipales, es indispensable que tenga una conducta irreprochable, tendencias socialistas y suficiente ilustración.

Artículo 4.
La mujer para votar y ser votada necesita tener 21 años cumplidos el día de la elección.

Artículo 5.
Es requisito indispensable para el cumplimiento de los artículos anteriores que la mujer sea tabasqueña por nacimiento o mexicana con residencia de seis meses en el lugar donde se efectúe la elección.

Es indiscutible que este decreto implicó un cambio importante, particularmente si nos detenemos únicamente en la lectura del primer artículo. Las exclusiones marcadas en los dos siguientes artículos señalan cargas valorativas limitantes para el actuar político ¿Quién o quiénes iban a certificar la conducta irreprochable? ¿De qué modo se mostraban las tendencias socialistas? ¿Sólo podrían participar, entonces, aquellas mujeres militantes del Partido Radical Socialista Tabasqueño o las integrantes de las Ligas? Pero, entre todas ellas, seguramente sólo unas cuantas cubrían el tercer requisito: tener suficiente ilustración.

En 1900 el total de la población en Tabasco era de 107 295 habitantes, de los cuales 53 061 eran hombres y 54 234 mujeres. De ellos, 79.1 por ciento era analfabeta, es decir, 84 824 habitantes; de ese total, 45 555 eran mujeres: es decir, 42. 45 por ciento de las mujeres eran analfabetas. Este último dato varió muy poco en los años siguientes: en 1910, la población total fue de 120 363 habitantes. De ese total, 64 619 eran mujeres; y de estas, 43 038 eran analfabetas: el porcentaje de mujeres analfabetas se incrementó a 43. 33 por ciento. En 1921 este dato bajó a 39.50 por ciento; mientras el total de la población en Tabasco ese año fue de 134 543 habitantes, de los cuales 69 774 eran mujeres. En 1930, ya habiendo pasado cinco años de gobierno garridista, la población total en la entidad fue de 146 913 habitantes, 75 455 mujeres y de éstas, 56 309 mujeres analfabetas; es decir, el dato bajó a 38.32 por ciento. En 1940 el porcentaje bajó a 34.72. Esto es, el total de la población fue de 184 872 habitantes, de los cuales 93 463 eran mujeres y de éstas, 64 196 eran mujeres analfabetas.

El problema de todo esto es que estos porcentajes sólo muestran los datos para población mayor de 10 años de edad, con lo cual se reducen las posibilidades de ejercicio del voto para las mujeres que debían tener 21 años cumplidos al día de la elección. Sólo podían votar, según el decreto, unas cuantas mujeres (Instituto Nacional de Estadística y Geografía 2009). Si consideramos que, según la pirámide de edades, las mujeres entre 10 y 20 suman alrededor de 20 puntos porcentuales, entonces menos de 20 mujeres de cada ciento eran las que, de acuerdo al dato de edad y de ilustración, podían votar. Considerar de entre éstas quiénes tenían tendencias socialistas podría reducir el número hasta la mitad.

Otra cosa muy distinta es, ¿quiénes estaban enteradas de las modificaciones de ley? ¿Quiénes interesadas y con posibilidades efectivas de participar? Para las mujeres feministas había un gran camino por avanzar todavía y muchos prejuicios por vencer.

No obstante, como efecto del decreto de marzo de 1925, a fines de año fueron electas como regidoras un cuerpo de damas, como lo comunicó el presidente municipal del municipio del Centro, Homero Margalli:

Satisfactoriamente comunico usted que estos momentos acabo hacerme cargo H. Ayuntamiento constitucional del Centro, que deberá regir en el bienio de 1926 y 1927, haciendo presente usted con orgullo de tabasqueño, que en dicho cuerpo figura un cuerpo de damas que fueron elevadas a la categoría de concejales, de conformidad con decreto H. Legislatura local, en el cual se concede a la mujer participación en la cosa pública.

Las regidoras eran: Celerina Oropeza de González, Reynalda Hernández y Francisca Rodríguez, según el acta de cabildo del 25 de mayo de 1926.

Ya en ese camino algunas expresaron que no había duda en la importancia de haber conseguido el derecho al voto, pero era imprescindible conseguir la ampliación de los derechos políticos para las mujeres. Pero, por mucho que hicieran, la orientación gubernamental estaba enfocada al fortalecimiento de las Ligas obreras que por entonces ya concentraban a casi dos mil trabajadores, desde las artes gráficas, albañiles, carreteros, panaderos, sastres, hasta actividades en las cuales seguramente había mayoría de mujeres: magisterio, dependientes de comercio, etcétera. Era a partir de las organizaciones que se trataba de contrarrestar las precarias condiciones en que vivían la mayoría de los tabasqueños y en ese sentido era que se pretendía estimular la participación femenina, no por un interés particular en alentar la participación de las mujeres, sino de la mayoría de los tabasqueños, en general. Las organizaciones se activaron pero faltaba mucho aún.

En los meses siguientes se organizaron grupos como el Club Feminista Carmen Serdán, respecto al cual la regidora Francisca Rodríguez decía con gran ímpetu: “Con el propósito de adiestrar a la mujer en su nueva vida, se ha organizado en esta ciudad el Club Carmen Serdán, cuya suprema finalidad es levantar intelectual, moral y económicamente el nivel de la mujer por medio del estudio, de conferencias y del trabajo honrado y decoroso”.
Vale detenerse en estas líneas para reflexionar brevemente sobre el público al cual se dirigía la regidora: si eran integrantes de las Ligas, difícilmente podrían estar en condiciones de ocuparse de su mejoría intelectual. Las necesidades inmediatas eran abrumadoras: no había agua potable, las escuelas a veces permanecían cerradas, las viviendas eran caras e iluminadas por velas de sebo y muchos de los alimentos no se producían en la entidad, lo cual los encarecía. El trabajo honrado y decoroso era indudable. Integrarse a una nueva organización pronto se convirtió en un mecanismo para conseguir o asegurar bienes de primera necesidad.
Sigue el discurso de la regidora:

En esta ardua labor la agrupación ha tropezado con incontables obstáculos. Compañeras feministas, trabajemos con ánimo resuelto por nuestro mejoramiento intelectual, moral y económico, esforcémonos para atesorar sabiduría, voluntad y amor, con estas tres virtudes alcanzaremos el triunfo. No perdamos tiempo, ya la mujer extranjera se mueve al unísono que el hombre, tomemos su ejemplo y podremos así decirle hermano yo como tú tengo inteligencia y voluntad, unamos nuestros esfuerzos y juntos resolveremos el porvenir de la patria.

Destaca aquí la voluntad férrea de las mujeres por cambiar las condiciones de vida de otras mujeres, aunque la perspectiva fuera la ilustrada y romántica. Sabían de las carencias y, en esencia, sabían que su discurso se dirigía fundamentalmente a mujeres con muchas carencias. Ellas como maestras podían atestiguarlo. Orientar sus esfuerzos a la educación era sólo uno de los caminos por recorrer; faltaba el reconocimiento de que sus actividades, en distintos ámbitos de la vida cotidiana que habían sido y eran despreciadas, al igual que sus capacidades. Conocían muy bien los impedimentos. Sabían cómo habían enfrentado pobreza y humillaciones.

También es cierto que los procesos electorales en esos años fueron muy irregulares. No hubo realmente un ejercicio de este derecho debido, en gran parte, a la complicada situación política en esta entidad a lo largo de los años veinte y parte de los años treinta que marcó al periodo garridista: desde la expulsión de españoles, el decreto de reglamentación de cultos que justificó cualquier práctica para conseguir la desfanatización de la población, hasta las diversas medidas para conseguir la depuración del Congreso local de “elementos antigarridistas”.

En los discursos y declaraciones se señalaba que el objetivo era la organización para “conseguir éxito en la lucha política”. Se han descrito en distintos trabajos académicos y testimonios biográficos los controvertidos procesos electorales en esta entidad debidos en gran parte al control férreo impuesto por Tomás Garrido Canabal a partir del partido político y de las organizaciones locales. Algunas veces los opositores que intentaron participar como candidatos a senador o diputado no pudieron siquiera realizar sus campañas electorales. Otros llegaron a efectuar éstas en la misma Ciudad de México, en la colonia Roma, en donde radicaba un gran número de familias tabasqueñas.

Las mujeres que eran familiares de estos opositores tenían dos opciones: si vivían en Tabasco tenían que ser cautelosas y cuidar de atender a las reglas del gobierno. Algunas de ellas manifestaban temor de que les fuera abierta su correspondencia, o robada. Su vida cotidiana se regía, con mucho, en el cuidado de las disposiciones. Ninguna de ellas, por ejemplo, se quejó de las leyes antialcohólicas. Tampoco fueron muchas las que se quejaron de las leyes anticlericales, pero sí manifestaban inconformidad ante las actividades de los integrantes de las Ligas y de sus excesos, destacando los actos violentos que con cierta frecuencia se desencadenaron.

Hubo otros espacios de lucha solitaria: aquella de las mujeres que sufrían la desaparición o muerte de sus hijos o esposos en manos de las fuerzas garridistas. Uno de los casos más escandalosos fue el de Aristeo Badillo, quien había optado por apoyar a un candidato que no era bien visto por Garrido Canabal. En el último viaje que hizo, para participar en la contienda electoral, fue secuestrado del barco en que viajaba, detenido y, finalmente, fue quemado vivo. Las cartas enviadas al presidente Obregón o al presidente Calles en las que las mujeres optaban por denunciar los hechos son también una veta de análisis respecto a la manera en que muchas mujeres fueron incidiendo en las formas políticas, en este caso, a partir de la denuncia. En carta al presidente Plutarco Elías Calles, la señora Luisa Contreras viuda de Badillo señala:

Dentro de la realidad política que vivimos, ni yo ni nadie, puede negar a los hombres que integran el gobierno de México, el derecho a defender la estabilidad del mismo gobierno, y de reprimir en consecuencia, todos los actos ilegítimos que atentan contra dicha estabilidad; pero no debe permitirse, que ese derecho sea aprovechado por políticos crueles, para privar de la vida a sus enemigos o ciudadanos de quienes el gobierno no tiene nada que temer.

Las mujeres, aquellas de marcada filiación garridista tuvieron amplia participación en el medio político: oradoras, maestras, periodistas. Entre ellas mencionamos a Emma Rovirosa, Celerina Oropeza, María Luisa Chacón, María Dolores Pérez Oropeza, Eloísa Azcuaga, militantes en la época garridista. Antes que ellas, ya se ha dicho, la maestra Dolores Correa Zapata, educadora. Algunas de estas mujeres habrían de conseguir espacios para expresarse. Otras, aquéllas sumidas en la rutina de trabajo en el campo, en la pobreza y en la lucha cotidiana por subsistir, permanecían ajenas, lejanas, distantes en el tiempo como si habitaran en otro territorio.

Hacia fines de los años veinte dichas Ligas serían organizaciones de corte estatal, vinculadas al Partido Radical y a otras organizaciones, como el Bloque de Jóvenes Revolucionarios. Tiene importancia destacar la existencia de estas organizaciones no sólo por lo que implicó al propio Garrido Canabal en términos de posibilidades de control político, sino por la manera en que se desarrolló otra forma de participación política para las mujeres: una inserción corporativa que paulatinamente fue modificando el discurso, los planteamientos y las actividades políticas femeninas.

La retórica y transformación. Voto sin voto
Las Ligas de Resistencia marcaron las pautas de la actividad política y social en la entidad tabasqueña. Al concluir Garrido Canabal su periodo como gobernador, fue electo Ausencio C. Cruz. Se vivieron entonces años en los que las organizaciones se especializaron, se multiplicaron y se establecieron pautas para conseguir que toda la población cumpliera con obligaciones laborales, de responsabilidad social. Alijadores, estibadores, productores de copra, plátano, entre otros, tenían que cumplir con sus obligaciones como trabajadores y, simultáneamente, debían cumplir con los compromisos de las organizaciones a las que estaban afiliados A las horas establecidas debían presentarse ante el presidente de la organización correspondiente. De incumplir, se hacían acreedores de amonestaciones y castigos.

Los radicales cambios impuestos desde la estructura gubernamental pesaban en el ánimo de muchos, pues se veían impedidos a continuar con actividades y prácticas culturales que históricamente habían marcado sus tiempos y el uso de sus espacios. Los ritmos de trabajo ya no los establecían los administradores de las fincas, ni directamente los propietarios del trapiche, ni los dueños de las casas comerciales o transportadoras de plátano y coco. Ahora su tiempo pertenecía a las Ligas, y éstas al Partido Radical.

Pero aquí hay que destacar un hecho: a pesar de que avanzaba el proceso de absorción de todos los partidos locales por parte del Partido Nacional Revolucionario, se registra el surgimiento, en 1931, del Partido Feminista Tabasqueño, que operó en la misma lógica que las Ligas: un espacio de discusión que seguía las líneas generales del gobierno del estado, pero que exclusivamente involucraba a mujeres. A ellas se les adjudica haber realizado todas sus actividades con la convicción de “estar forjando una patria libre”.

“¡Es necesario cultivar la tierra, trabajadores de Tabasco!”, escribía Eloísa Azcuaga en el periódico Redención en marzo de 1931. Sus palabras no eran sólo para otras mujeres, eran para los trabajadores, hombres y mujeres tabasqueños. Enaltecía la labor, la disciplina:

Es necesario unir estrechamente nuestras almas con ella [la tierra] para ver surgir nuestro bienestar transformado en productos.Amémosla porque ella abre sus senos para entregarnos sus tesoros inagotables.

Es necesario que nos haga felices el canto de la espiga, el acompasado susurro del viento, que nuestra retina sepa recrearse con el ambarino color de los maizales.

Es preciso que con cada árbol florecido sintamos florecer todos nuestros ideales y se renueven todas nuestras aspiraciones. Cada fruto, cada espiga, debe ser para nosotros una conquista más arrancada a la vida a fuerza de constancia y de amor al trabajo.

Nuestras manos al encallarse pondrán en nuestros cuerpos, el sello dignificante y elevado de que hemos sabido poner nuestro grano de arena, en la conquista del bienestar humano.

Los ardorosos rayos del sol tostarán nuestra piel y purificarán nuestras almas, a través de la cual podrá ser un arco iris de transparencia y de bondad, ese rayo de luz que se llama razón.

Que el surco sea regado con el sudor de nuestras frentes y nuestros sembrados florecerán y nuestras almas sabrán vivir la paz del canto de la espiga y del eterno florecer de los maizales.

El vigor del músculo, la fortaleza del alma y el amor a la tierra, he ahí la trilogía sublime que debe constituirnos
(Azcuaga 1931).


Esta retórica encubría desigualdades y exclusiones. Las dificultades políticas internas se acallaban con métodos represivos. Si bien las campañas antialcohólicas habían implicado un bien para varios grupos sociales, también ello había implicado una especie de cacería, de acusaciones falsas, señalando como productores de alcohol a aquellos que resistían involucrarse en las Ligas de Resistencia y, en los treinta, en el Bloque de Jóvenes Revolucionarios.
Por mucho amor a la tierra, la pobreza y las dificultades para cultivar la tierra no se controlaban. Muchas mujeres padecieron, entonces, la muerte de algún familiar: hijos, padres, esposos, tíos, primos. La militancia era obligatoria, pues el objetivo común, desde el punto de vista gubernamental, era conseguir hacer de la entidad un estado ejemplar, en el marco del discurso revolucionario.

Durante todos esos años las expresiones opositoras fueron imposibles. La experiencia dictaba que había que pertenecer a la Liga, o al Bloque de Jóvenes Revolucionarios. Había que omitir expresiones de religiosidad. Algunas mujeres, las que eran muy religiosas, optaron por enterrar imágenes y crucifijos para evitar acusaciones de fanatismo religioso. En suma: los espacios sociales estaban literalmente controlados por la estructura gubernamental.

En tales condiciones, resultaba un tanto relativa la representación conseguida a partir de las elecciones de presidentes municipales, concejales, diputados y senadores (locales y federales). Los dirigentes obreros llegaban a ocupar cualquiera de los cargos referidos, pero el contacto con la población se establecía a partir de las Ligas de Resistencia Locales.

La participación de las mujeres, aunque importante, se diluía en actividades de apoyo propias de esas organizaciones. Particularmente hay que destacar el papel de las mujeres en las campañas contra el alcoholismo, en las labores en las escuelas, en las campañas de desfanatización y en el arduo desempeño de sus trabajos en contra de actividades que no impulsaran la productividad.

Su presencia en mítines y juntas políticas era una constante. Por ejemplo, en 1932 fue la maestra María Luisa Chacón la representante de las mujeres en el Congreso Socialista Estudiantil. En su intervención hizo un recuento de la lucha femenina, incendiaria, diciéndose libre del tutelaje de la Iglesia y dispuesta siempre a enfrentar a la ‘burguesía reaccionaria’. Aunque no se conserva el discurso original, tenemos una reseña de esa intervención elaborada por R. Hinojosa, y que en sus partes medulares dice:

La mujer de Tabasco, libre del funesto tutelaje de la Iglesia y desvinculada de toda obsecuencia a la burguesía reaccionaria, ha conquistado ella misma, con su talento y sacrificio, aquellos derechos civiles y sociales que las machonas pour la galérie cifran sin obtener cuando al legislador sentimentaloide se le ocurra dictar una ley equiparatoria de los derechos de ambos sexos. [...] Lo que menos importancia tiene para la mujer tabasqueña es el voto: ella finca su nivel civil, jurídico y político con el hombre, en el desenvolvimiento de su inteligencia, en su capacitación en el trabajo, en la reciedumbre de su conciencia social, para cumplir la misión de madre, de ciudadana y de luchadora.

Por otro lado, hay que considerar a aquellas jóvenes que fueron incorporadas al Bloque de Jóvenes Revolucionarios, organización desde la cual ellas tenían un papel fundamental en la difusión de las actividades, además de contar entre sus obligaciones atender al llamado de los dirigentes locales cuando hubiera que desfilar.

Uno de los aspectos más relevantes fue el de la organización y celebración de las ferias de los distintos productos: piña, plátano, coco, etcétera. En estas ferias las jóvenes mujeres tenían un papel central: así como algunas eran elocuentes oradoras, dedicadas a enaltecer el esfuerzo del “trabajador del campo”; otras, muy jóvenes, eran entusiastas partícipes para elegir a la reina de la feria. A pesar del contrasentido, por un lado las mujeres que hablaban de la revolución y por otro las que representaban los valores de fraternidad y aliento, como lo hemos visto ya en el discurso de Eloísa Azcuaga, citado anteriormente.

El proceso corporativo, 1935-1953
Los acontecimientos nacionales no eran tan sencillos. En 1928 había sido la reelección y asesinato de Obregón; Garrido Canabal había sufrido un atentado tras ser electo senador; el presidente provisional tendría que afrontar situaciones complejas, desde el conflicto religioso hasta el movimiento por la autonomía universitaria; la campaña electoral por la presidencia, con todo y la enorme presencia de Vasconcelos y la formación del Partido Nacional Revolucionario.

Este último hecho debe tenerse en cuenta. El impacto inmediato recayó en el Partido Socialista Radical de Tabasco, que pasó a ser parte del pnr. Casi de un día para otro las actividades partidarias locales tenían que cambiarse. Uno sabe que eso era prácticamente imposible. Los ritmos en cada uno de los municipios estaban marcados por su propia dinámica y el cambio fue paulatino, filtrándose en la vida cotidiana.

Las interrogantes son: ¿las organizaciones femeninas existentes entonces, como la referida Carmen Serdán, continuó independiente o tuvo que pasar a formar parte de alguna de las estructuras del gran partido?, ¿cómo vivieron las militantes este proceso?, ¿en qué les benefició, como organización y en términos de sus planteamientos y propuestas?

Se tiene noticia de la intensa actividad desplegada a inicios de los años treinta por mujeres como Enriqueta Parodi, cuyas palabras se difundían en el periódico Redención, en una página dedicada exclusivamente a las mujeres de distintos lugares del país y de los distintos municipios de la entidad. Otra mujer que destacó fue Emma Rovirosa, cuyo esfuerzo llevó a la fundación del Club Femenino que orientó en esos momentos todo su esfuerzo a la atención del brote de tosferina que azotó entonces a algunas regiones tabasqueñas.

Otra organización fue el Ateneo de Nezahualcóyotl, el cual, aunque no estaba organizado por mujeres, contaba con representantes: Ana Santamaría, Sara Montiel de Castillo. Ellas contribuían en la organización de eventos literarios y de difusión. Otro más, el Club Ateo de Comalcalco, cuya presidenta fue Guadalupe V. viuda de Bosada, con otra organización par en Centla. Aquí, su presidenta, María Dolores Pérez fue nombrada representante estatal para asistir al Congreso Nacional de la Liga Anticlerical Revolucionaria, efectuada en abril 2 y 3 de 1931. Así se hacían eco de las palabras pronunciadas por la profesora Celerina O de González: “La nueva moral de la mujer, su verdad, es la ciencia, no la religión”.

En 1933 fue la Convención del Partido Nacional Revolucionario. El objetivo fundamental era la de elegir al candidato presidencial, de donde surgió la postulación de Lázaro Cárdenas. En Tabasco, el tema de la mujer como discusión había pasado a segundo término, pues las mujeres estaban en las organizaciones, militantes y activas, por decisión propia o por obligación. Pero ahí estaban. La paulatina transformación del Partido Radical Socialista al Partido Nacional Revolucionario nubló la existencia del Partido Feminista Tabasqueño, que también, muy pronto, quedaría incorporado al pnr.

De ese modo, el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas transcurrió bajo la lógica de activismo político desde las organizaciones, al igual que iba ocurriendo en otras entidades y, en general, a nivel nacional. Pero dos acontecimientos importantes marcarían cambios importantes en la vida política y social tabasqueña:
El primero de ellos se relaciona con la desaparición de poderes en Tabasco, en agosto de 1935: un grupo de tabasqueños opositores al garridismo se presentó en la capital tabasqueña, procedente de la capital del país, para iniciar el registro de sus candidatos y participar en la contienda. Sin embargo, al igual que en otras elecciones estatales, esto no fue posible. La violencia se desató apenas al día siguiente de la llegada de los opositores. Pese a la fuerza mostrada por los grupos afines a Garrido Canabal, la resistencia fue en aumento hasta que salió el gobernador Manuel Lastra Ortiz, quien había iniciado su periodo el 1º de enero de ese año.

También Garrido tuvo que salir de la entidad y luego del país, iniciando así un exilio de varios años. En cuanto a nuestro tema, lo relevante es que muchos jóvenes, mujeres y hombres, abandonaron paulatinamente las organizaciones. Aquellas que permanecieron dentro de las Ligas o el Bloque se integraron al gran aparato partidista, perdiendo un poco de su discurso original.

El segundo aspecto tiene que ver con las mujeres católicas que, en 1938, siguiendo a Salvador Abascal, abanderaron un movimiento por la recuperación de sus espacios de culto católico.25 Las mujeres de diferentes rancherías y pueblos cercanos a Villahermosa tomaron por sorpresa la capital tabasqueña en la madrugada del 2 de mayo de 1938, concentrándose al costado del único muro de una de las iglesias que habían sido derribadas durante los años del anticlericalismo radical. Las demandas femeninas mostraban distintas vertientes, intereses y capacidades de movilización.

Éstas eran las condiciones en que se encontraba el movimiento iniciado por las mujeres tabasqueñas y que apenas una década atrás había mostrado su potencial al conseguir el voto femenino, en 1925.

El final de esta historia, como historia de lucha por el voto, se concreta en 1946 en el plano nacional, con la reforma a la Constitución que garantizó el derecho constitucional para ejercer el voto en las elecciones municipales, derecho que las tabasqueñas gozaban desde años atrás. Pero en 1953 este derecho se extendió para participar en las votaciones de cualquier cargo.

En 1958 fue electa diputada federal la profesora María Luisa Rosado de Hernández, militante activa del Partido Revolucionario Institucional, proveniente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares. Ella había sido, con anterioridad, regidora del Ayuntamiento del Centro y secretaria de Acción Social de la sección xix del Comité Ejecutivo Estatal del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Cuatro años después fue electa diputada local (Noveno Distrito electoral) la licenciada Elvira Gutiérrez de Álvarez.

Consideraciones finales: hechos son machos, palabras son hembras
A pesar de todo este activismo, en el estado de Tabasco durante años dominó la idea de que las mujeres debían operar en el plano secundario y se dudaba de su capacidad para dirigir desde cualquier cargo de gestión. Si bien es cierto que en el trabajo se ha mencionado a varias mujeres que con su esfuerzo constante contribuyeron a modificar las condiciones de participación política y que lucharon incansablemente por la defensa de sus derechos políticos, debatiendo intensamente —incluso entre ellas mismas— para definir de qué clase de derechos políticos estaban hablando, es palpable que el proceso fue y ha sido muy lento. Los sesgos excluyentes prevalecen aún. Las palabras de aliento de algunos políticos son, en más de un sentido, un discurso político que les beneficia en su carrera de ascenso político y durante muchos años, cuando se alineó a las mujeres tabasqueñas al régimen dominante, ellas fueron utilizadas para beneficio de otros.

El hecho de que los propios gobernantes pudieran formular la frase “Hechos son machos, palabras son hembras” sintetiza el sentido de dominación y exclusión. Pero, a la vez, pinta muy bien a quien asume el dicho: un personaje caduco, perteneciente a otros tiempos, en donde el valor de las palabras se ha perdido. Los hechos son que las mujeres, con su movilización, consiguieron ejercer uno de los derechos políticos más importantes y han avanzado en cuanto a las formas de representación, defensa de su identidad, de sus principios y, sobre todo, en la defensa de la dignidad de las mujeres, el reconocimiento de sus capacidades y posibilidades como seres humanos.

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Periódico Redención, Tabasco, 1931


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TABASCO : UNA CRONOLOGÍA.

1915.
Francisco J. Múgica fue nombrado, en el año de 1915, comandante militar y, después, gobernador del Estado de Tabasco. Convoca al Congreso Feminista. (Citado por Alaide Foppa, revista Fem, num 11, México, 1979, p. 55)

1919 a 1934.
Tomás Garrido Canabal. Gobernador de Tabasco en tres ocasiones en periodos interrumpidos.

1925.
Decreto del 6 de marzo, concedía el derecho al voto a la mujer. Primer Estado en concederlo.

1926.
Primeras regidoras: Celerina Oropeza de González, Reynalda Hernández y Francisca Rodríguez.

1926.
Surgen grupos de mujeres, como el Club Feminista Carmen Serdán.

1931.
Mujeres como Ana Santa María, quien llegó a ser jefa del departamento de Educación, Violeta Ojeda de Zurita y María Luisa Chacón de Garrido, iniciaron el Partido Feminista Radical Tabasqueño que antes había sido el club feminista Carmen Serdán,

1931.
María Dolores Pérez fue representante estatal para asistir al Congreso Nacional de la Liga Anticlerical Revolucionaria.

1932.
María Luisa Chacón representó a las mujeres en el Congreso Socialista Estudiantil.

1938.
Mujeres de rancherías y pueblos cercanos a Villahermosa, tomaron por sorpresa la capital en la madrugada del 2 de mayo, concentrándose al costado del único muro de una de las iglesias que habían sido derribadas.

1956.
Diputadas locales suplentes: Evangelina Rodríguez C. y Elena G. de Ricárdez

1958.
Diputada federal María Luisa Rosado de Hernández.

1959.
Diputadas locales suplentes: Evangelina Rodríguez C. y Elena G. de Ricárdez

1962.
Diputada local Elvira Gutiérrez de Ricárdez

1965.
Diputadas locales Elvia Estrada De Toledo y Olga López De González

1968.
Diputada local Carmen Cadena de Buendía. Suplente: Graciela Torres de Pinzón; Aurelia No Barjáu Hdez.

1971.
Diputada local Luz Del Carmen de La Cruz García

1977-1978.
María del C. Paredes Saldivar, presidenta municipal de Centla

1977.
Diputadas suplentes Nelly Zentella de Gobea y María Inés Ricárdez

1980.
Diputada local Elvira Gutiérrez de Álvarez

1983.
Diputadas locales Carmen Sánchez Jiménez y Gladys Ethel Cano Conde

1986.
Diputada local Australia Camacho de Escayola

1989.
Diputada local Hilda del Rosario Landero de Gómez

1992.
Diputadas locales María de Los Ángeles Frías Sánchez, Remedios Reyes Zapata, Minerva Pérez Pérez

1995.
Diputadas locales plurinominales Griselda García Serra y María Yolanda Domínguez Sosa

1998.
Diputada local por mayoría relativa Marqueza Morales Narváez. Por representación proporcional Elena Cristina Cortes Celorio, Loreto Guzmán López y Mírela Zapata Bautista

1998.
Georgina Trujillo. Presidenta Municipal de Centro, municipio que incluye la capital Villahermosa.

2000.
Senadora Georgina Trujillo.

2008.
El Congreso local está constituido por 20% de mujeres diputadas. 5.9% son presidentas municipales, 33.7% son regidoras y no hay síndicas.

2009.
Diputada federal Georgina Trujillo.

2014.
Porcentaje de diputadas locales: 43% (15 diputadas)

2015.
Presidentas municipales electas: Esperanza Méndez Vázquez, de Jalapa. Ana Lilia Díaz Zubieta de Jonuta. Manuela del Pilar Ríos, de Emiliano Zapata. Gabriela del Carmen López San Lucas, de Centla.

2015. Diputadas electas por mayoría: Yolanda Isabel Bolón, María Estela de la Fuente Dagdug, Ana Luisa Castellanos, Zoila Margarita Isidro Pérez, Yolanda Rueda de la Cruz y María Luisa Somellera Corrales. Diputadas electas por representación proporcional: Luisa Guadalupe Trujillo, Solange María Soler, Gloria Herrera, Patricia Hernández Calderón, Norma Gamas Fuentes, Hilda Santos, Leticia Palacios, Manuela Quiroga, Teresa Patiño, Guadalupe Bautista y Candelaria Pérez.


Basada en el texto de Gabriela Contreras Pérez: Tabasco, 1917-1953, publicado en JAIVEN, Ana Lau, Mercedes Zúñiga Elizalde y María Edith Araoz Robles. El sufragio femenino en México. Voto en los estados (1917-1965). El Colegio de Sonora.

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