ENTREVISTAS

DOCUMENTOS

DEMOCRACIA E IGUALDAD EN CONFLICTO :
LAS PRESIDENTAS MUNICIPALES EN OAXACA

Margarita Dalton
México. 2012

Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Introducción
Dentro de la cartografía del poder político de los municipios de Oaxaca, son pocas las mujeres que han llegado a los escenarios políticos del poder masculino, es decir, a los espacios de la política. Por circunstancias externas e internas, en el siglo xxi las mujeres han llegado a ocupar espacios que no están definidos como “femeninos”, me refiero específicamente a los puestos de elección popular. la presencia de las mujeres en el poder político transforma los estereotipos y agudiza algunas contradicciones de la democracia.

Este trabajo se inició como parte de un proyecto mayor1. En un principio se buscaba realizar un análisis de las relaciones entre hombres y mujeres en a política, vinculado a la categoría de identidad femenina y su transformación cuando se trata de ocupar un cargo de elección popular o de gobierno. La investigación, sin embargo, me fue llevando por caminos de análisis sobre la violencia y la resolución de conflictos relacionados con los roles sexuales, particularmente a la relación de las mujeres presidentas municipales con el poder desde la perspectiva de género.

Una de las ventajas en la investigación acerca de las mujeres y el poder político es que se han desarrollado muchos estudios cuyo tema es la participación política de las féminas, sus sentimientos, su sexualidad, su manera de ser transgresoras y de ser sumisas, abnegadas, serviciales, etcétera. las mujeres y el poder en la era de la globalización, “de la mundialización”, aparecen visibles en el proceso de transición de la democracia liberal, de los movimientos locales e internacionales (Anguiano 2010). Estudios y teorías sobre género se multiplican a la vez que una mayor participación de las mujeres se hace patente en el Congreso federal y en los locales, así como en las presidencias municipales.

A principios del siglo XXI, hombres y mujeres se encuentran en un proceso político de encrucijada, de cambios complejos del poder. Cuando han sido confrontados los cánones del conocimiento que sustentan la cultura y filosofía occidental, se han dado una serie de temblores escalonados que han significado cambios profundos, en las epistemologías del siglo xix y la primera mitad del siglo xx. los autores, casi siempre hombres, que explican el mundo en occidente, los grandes filósofos, desde Aristóteles hasta Heidegger, han sido cuestionados en sus explicaciones porque consideraban a la mujer como inferior al hombre en cuanto a inteligencia o, simplemente, la ignoraban disolviéndola dentro de lo masculino, considerado como neutro en las formas gramaticales de varias lenguas romance.

Al cuestionar estos principios epistemológicos, mujeres como Simone de Beauvoir (1958), Adrianne Rich (1979); filósofas como Celia Amoros (1991); economistas como Christiane Delphy (1982); psicólogas como Karen Horney (1977), Caroll Gilligan (1983) y Mary Roth Walsh (1979); historiadoras como Gerda Lerner (1986) y Joan Scott (1990); biólogas como Ruth Hubbard (1979) y Evelyn Reed (1971); astrónomas, físicas, matemáticas, etcétera, han sido responsables de los sismos que han ocurrido durante el siglo XX en lo que considerábamos “conocimiento verdadero” y que aún siguen sucediendo en el saber y las epistemologías existentes. Estos sismos también se están dando en la política. El trabajo de los movimientos feministas y de las mujeres para analizar el significado de ser hombre o ser mujer y su sentido político en cuanto a la forma de tomar decisiones colectivas ha sido orgánico, en el sentido grammciano, es decir, ha surgido como una necesidad colectiva de las mujeres y se ha posicionado internacionalmente. la estrategia y tácticas desarrolladas han pasado de las protestas callejeras en la década de 1970 al cabildeo en organismos internacionales, a las redes nacionales e internacionales de grupos organizados y, como el tejido de una araña, han logrado poner en contacto a todas las paredes de la estructura social. Se avanza cada vez más rápido en el cambio de mentalidades, en el cambio de culturas políticas, y desde diferentes perspectivas étnicas, geográficas, de clases sociales, religiosas y filosóficas se visualiza el mundo global que se desea construir. Si bien es cierto que aprendimos la frase de “no se nace mujer, llega una a serlo” también es muy real que “tampoco se nace hombre, se llega a serlo”. las masculinidades en los rígidos estándares del patriarcado2 también han sido criticadas por algunos hombres. gracias al movimiento de las mujeres, los hombres pudieron hacer un alto y reflexionar sobre sus sentimientos y su problemática particular (Guttman 2002, 2000, 1996, 2006; Higgings 2008; Seidler 2000; Núñez 2004). El condicionamiento social sobre lo que biológicamente se es, no ha sido el mismo a través de la historia. Sus cambios han estado vinculados a los cambios sociales, tecnológicos y culturales. Y en el siglo XX este condicionamiento ha sido cuestionado y transformado con nuevos contenidos. las revoluciones sociales, la globalización, la educación, los desarrollos tecnológicos, los avances científicos, han impactado las concepciones del mundo y de las relaciones entre hombres y mujeres. la ciencia en la reproducción humana ha despejado muchas incógnitas y ha permitido la libertad de planear tener o no tener hijos.

Las transformaciones políticas han impactado las relaciones entre hombres y mujeres durante los siglos XX y XXI, sin embargo, no en todas partes se pueden concebir estos cambios con la misma velocidad ni pueden ser aceptados de igual manera. Hay formas culturales que aceleran el conocimiento y la crítica de ciertas formas de comportamiento, y otras que las interceptan para darles una explicación metafísica o simplemente biológica, para- fraseando a aquel clásico italiano: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.3

Al tratar de entender, en este mundo globalizado, cuáles son las relaciones entre hombres y mujeres y el papel que cada uno desempeña socialmente, las teóricas feministas han acuñado el término “perspectiva de género”. Éste se ha vuelto herramienta de análisis de las ciencias, la política, la economía, los planes de estudio, las múltiples formas de organización social y, en fin, para el “saber” que es “poder” y determina en abstracto el lugar que cada quien ocupa en el ordenamiento del universo social. asimismo, ver dentro “de este poder” si el lenguaje en que se presentan las leyes, las ciencias, las religiones y, sobre todo, la política incluye o excluye a las mujeres. la perspectiva de género es un paso necesario para los cambios ideológicos: el reto es no sólo modificar una frase o una ley, sino las mentalidades. no se pueden menospreciar los mecanismos de enseñanza informales por medio de los cuales hombres y mujeres repiten sus roles sexuales y los llevan a extremos que tocan la violencia. Para analizarlos, desarmarlos, desestructurarlos en beneficio de la sociedad en su conjunto, es necesario dilucidar a fondo el papel que juega en ellos la inteligencia y si las acciones se hacen de forma orgánica e incluyente, o, por lo contrario, son autoritarias, verticales y excluyentes. En todo hecho de poder es importante analizar el papel que el miedo ocupa. la ley como prohibición, comportamiento compulsivo a cambio de sanciones, deja absolutamente claro el hecho de un poder punitivo, que al estar fuera de la realidad se vuelve parte de nuestra consciencia e impide la realización de ciertos comportamientos y marca fronteras de acción de acuerdo con el hecho de si se es hombre o mujer.

Si bien el tema del poder ha sido tratado por muchos autores y prácticamente todos aquellos que escriben sobre la filosofía política, la economía y la sociología han tocado el asunto, es Foucault quien lo trata de una manera central al desvincularlo de lo que puede ser una entelequia existente en la estratósfera y señalar que toca todos los aspectos de la vida cotidiana y no sólo aquello que podemos imaginar como la toma de decisiones y que, además, hay muchas formas de ejercerlo. En su Arqueología del saber, en Vigilar y castigar, en Las palabras y las cosas, y en su Historia de la sexualidad, describe y deconstruye cómo surge el conocimiento y cómo esta construcción del saber se convierte en la verdad y se ejerce como poder a través de las escuelas, las cárceles, los hospitales y la sexualidad. Sus cuestionamientos interrogaron a las teorías del conocimiento, las observaron y pusieron bajo el lente de un microscopio para desmenuzarlas (Foucault 1970, 1981, 1982, 1980, 1990, 1992). Entre las formas de ejercer el poder se perfilan aquellas concernientes a las relaciones entre hombres y mujeres y estas relaciones con el silencio, la abnegación, la sumisión. Foucault, en la Historia de la sexualidad, describe y analiza los comportamientos humanos al interior de la sociedad y cómo van fabricando el esquema de lo acepta- do como correcto o rechazado, hostigado y violentado como incorrecto que lleva hasta el asesinato, la condena, la cárcel o al manicomio. todo comportamiento se aprende en la casa, la escuela, la iglesia y en los libros de texto que simbolizan el conocimiento humano y establecen lo que debe ser. Por eso encuentro indispensable definir a qué tipo de poder me refiero cuando hablo de “mujeres y poder” o “mujeres en el poder”, se trata del poder político, de la toma de decisiones que afectan a la sociedad en su conjunto.

Al clasificar el poder político surge un problema: quedan fuera una serie de valores velados o sobrentendidos, de los que no se habla pero están íntimamente relacionados con el poder, las mujeres y la sexualidad. El poder no se construye de la nada, tiene hilos originados en el conocimiento, en la religión, en la familia, en la escuela, en los movimientos sociales y en la cátedra. aun cuando ese poder sea invisible, configura comportamientos, prácticas y toma de decisiones visibles.

La revolución invisible/visible de las mujeres ha traído cambios profundos en el conocimiento y prácticas sociopolíticas y económicas. El binomio invsible/visible no es una contradicción, intenta reflejar lo que ha deconstruido el movimiento feminista y de mujeres en distintos ámbitos de la vida doméstica y pública. Tiene que ver con un espacio y tiempo determinados y es un proceso de alcance histórico (Scweickart 1989). En la actualidad también es el resultado sincrónico de un trabajo diacrónico de pensamiento y acción. la manifestación más acabada de esta contienda en la historia del siglo xx es la lucha de las mujeres por el voto, primero en países como Italia, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, y luego en América Latina y otros continentes. Aun cuando cada país tuvo su contienda interna por el voto y se consiguió a veces por la lucha local y otras por la presión internacional, la expresión de ese movimiento ha sido una piedra angular para cambiar las percepciones de cuál debe ser el papel de la mujer en la sociedad. Si esa lucha sólo se hubiera realizado en el ámbito político y de las mujeres, sería una revolución limitada, pero se ha dado también en el ámbito doméstico.
Un ejercicio del poder que no dé miedo4
El aprendizaje de lo femenino tiene que ver con la condición social de la mujer, porque “lo femenino es débil, luego, debe cuidarse” (vox populi) y la forma de hacerlo es prever lo peor y, al hacerlo, inculcar el miedo. El miedo es una de las grandes razones por las cuales lo femenino en el ejercicio del poder, ya sea como presidencia municipal u otra participación directa, se puede percibir como cauto, ambiguo, indeciso o temeroso, y tanto por su acción como por su proyección tiene momentos difíciles. Foucault trabajó los micropoderes y logró desarticular algunas de las funciones del poder y su ejercicio. En la observación y análisis del discurso de lo que las mujeres en cargos de poder dicen sobre su participación, se descubre que para ellas las amenazas, los ataques de la prensa e incluso los golpes son situaciones don- de prevalece el miedo y la angustia, y no sólo temen por sus vidas, sino por las de sus hijos y seres queridos (Gilligan 1983). Sin embargo, al observar sus actuaciones, se encuentra que si en sus acciones tienen que ser valientes pero precavidas, en su discurso llegan a ser hasta timoratas.

Las mujeres políticas tienen bastante consolidado su amor propio, sin embargo, cuando se trata de hablar de lo que son, el discurso se relaciona con sus debilidades y con lo que les falta, esas carencias tienen que ver con el miedo y con una concepción de sí mismas procedente de las costumbres y tradiciones, es decir, de su cultura. Una característica fundamental para estas mujeres presidentas es el honor. El honor ha sido considerado como parte del poder de las mujeres.5 Y más aún, Foucault señala que el poder como una instancia que se pueda tocar o señalar directamente no existe, porque, para él, el poder significa relaciones, una red más o menos organizada, jerarquizada y coordinada (Foucault 1980). Concepto estudiado y descrito por antropólogos, sociólogos, historiadores y literatos, el poder es una relación de fuerzas y es ahí donde debe prevalecer el análisis. El poder y su relación conflictiva entre la igualdad y la democracia tiene que ver íntimamente con los roles sexuales y el proceso de transición democrático en el que se encuentra la sociedad en el siglo XXI.

El peso que las mujeres dan a las relaciones familiares, amistosas, religiosas, proviene de un concepto del poder diferente al que pueden tener los hombres. Muchos son los estudios psicológicos elaborados al respecto. la construcción de los valores femeninos y masculinos difiere en el análisis, para algunas personas pueden ser complementarios, para otras tienen orígenes religiosos, económicos, culturales y sociales relacionados a la biología y son antagónicos, sobre todo cuando el discurso se relaciona con la familia y el cuidado, el lugar de las mujeres en el ciclo de vida de los hombres, que ha sido el de alimentar, cuidar y ayudar. Son las tejedoras de redes familiares y sociales en las que confían. No obstante,
mientras las mujeres se han encargado del cuidado de los hombres, los hombres en sus teorías del desarrollo psicológico, así como en sus arreglos económicos tienden a asumir [como ‘natural’] o devaluar ese cuidado. Cuando la concentración en el individuo y sus logros individuales se extienden hacia el adulto y la madurez como equivalente de la autonomía personal, la preocupación de las mujeres por las relaciones humanas y la consideración hacia los demás se juzga como una debilidad de las mujeres más que como una fortaleza humana (Gilligan 1983).

Lo que académicas especialistas en temas sobre derecho (Faccio 1992), ética, moral (Hierro 2004), filosofía (Amoros 1991), psicología y el desarrollo de la personalidad femenina (Chodorow 1979) han establecido desde hace tiempo como los valores de lo femenino, me ha llevado a considerar cómo éstos se proyectan en la política y en el discurso de las presidentas municipales.
¿Será por eso que no se consideran las preocupaciones de las mujeres por el cuidado comunitario como una necesidad del ejercicio político?
Lo personal es político
Los principios de igualdad política empezaron a cuestionarse por el movimiento feminista con el lema de “lo personal es político”, el trabajo doméstico y las relaciones al interior de la familia se volvieron a repensar y esto fue un nuevo aire para la revisión de la organización social. no es accidente que, por lo general, sea en los pueblos más pequeños de Oaxaca donde aparezca la figura de presidenta municipal, no así en los municipios grandes, salvo excepciones extraordinarias, como el caso de Huajuapan de león y en el municipio de la ciudad de Oaxaca, donde en 2005 aparecieron dos presidentas interinas.

En esta investigación, el objetivo que se planteó en un principio fue conocer cómo se relacionaban las mujeres con el poder político, primero, en el istmo de Tehuantepec, y en el resto del estado después. Siguiendo la metodología desarrollada por varias feministas y académicas interesadas en la participación política de las mujeres (Okin 1994; Young 1994), inicié mi investigación sobre la participación política de las mujeres en una zona donde algunos estudios previos señalaron que existía un matriarcado. El objeto era determinar si existían diferencias en la forma de gobierno realizado por un hombre o una mujer. El método fue la observación de sus formas de actuar, la entrevista y la conversación con algunas personas de los pueblos donde había presidentas. la idea original era investigar a las candidatas que en el istmo de Tehuantepec ganaron las elecciones en cuatro municipios en 1998 y serían presidentas municipales en el periodo 1999-2001. Al extender la investigación a todo el estado de Oaxaca fue posible comparar las semejanzas y diferencias entre las presidentas de origen zapoteco y las de otras regiones. Surgieron muchas preguntas y de una manera pragmática, en un primer momento, pero teniendo en mente algunas relaciones básicas de las mujeres y el poder (Phillips 1994), fui construyendo mi objeto de estudio. El periodo del estudio abarca desde la primera presidenta municipal de la que se tienen noticias, en 1962, hasta el periodo de 2002-2004. Los criterios de selección de las presidentas entrevistadas fuera del istmo incluyeron la mayor diversidad de regiones y, en el caso de los partidos políticos, al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y al Partido Acción Nacional (PAN), porque en el istmo en este periodo sólo había presidentas del Partido Revolucionario institucional (PRI).

El contexto regional y nacional no está aislado del resto del continente. En América Latina, la disyuntiva o paradoja entre el rol tradicional de las mujeres y los nuevos retos que se presentan con la participación política se manifiesta a partir de la obtención del voto para ellas. En su análisis de la participación política de las mujeres y los temas que a ellas conciernen, Elsa Chaney, en la década de 1970, citó algo parecido:
Si las premisas de este estudio son correctas, el quid del asunto es el siguiente: los problemas de las mujeres están pasando al centro del terreno político, y debemos preguntarnos a nosotras mismas si no sería absurdo, a estas alturas, abandonar los valores femeninos. Se ha sugerido que los principales campos de trabajo en los periodos que vienen sean la educación, el cuidado humanitario de los seres humanos, y la creación de una buena comunidad; y todas estas actividades exigirán empatía, intuición y cooperación, que parecen ser características predominantemente femeninas (Theobald citado en Chaney 1979).

El ejercicio político que excluye a las mujeres no parece comprender las formas de actuación que menciona Chaney. Por otro lado, estas ideas concuerdan con la opinión que comienzan a expresar algunas mujeres dentro de los movimientos feministas: sin los valores que definen a las mujeres quizás será imposible preservar una sociedad viable.6 Al incorporarse las mujeres al trabajo fuera del hogar no desatienden el trabajo doméstico, el cuidado de los hijos y del marido, las mujeres desempeñan un papel afectivo y esto conduce al fenómeno de la supermadre mencionado muchas veces en el estudio de Chaney, de ahí que se ha hablado de la doble jornada de trabajo de las mujeres. Se ha hecho hincapié en el papel protagónico de los hombres en la política y en la búsqueda por parte de las mujeres de la igualdad y la democracia plena. las mujeres han empezado a desempeñar un papel también en ese ámbito político. Sin embargo, como bien señala Chaney, para lograrlo será necesario que modernicen sus formas de trabajar y que armonicen los valores femeninos tradicionales con actitudes de realización y universalismo.

Los roles sexuales se manifiestan en diferentes espacios de la cultura. El ser mujer o el ser hombre define actitudes y establece comportamientos aceptados y rechazados. las mujeres en la política se encuentran frente a nuevas situaciones de mando que producen conflicto al romper con los cánones establecidos, con lo que ha sido el aprendizaje tradicional de su identidad femenina, la cual ha significado obedecer, callar y asumirse como el sexo débil; en un periodo de transición hacia la democracia, estos roles están cambiando.

El cambio en la forma de pensar confronta dos posiciones: entre quienes intentan comprender la fuerza política de los movimientos feministas y quienes ven el papel tradicional de las mujeres como necesario en una sociedad cada vez con mayores problemas de crecimiento poblacional, y, por tanto, problemas sociales de empleo, educación, salud y legislación. la confrontación entre estas dos posiciones se proyecta de dos formas: por un lado, la participación de las mujeres en la política, léase en la toma de decisiones de sus comunidades, estados, países y naciones, o la ausencia en el ámbito político, manteniéndose como madres de familia y empleadas de servicios domésticos. Estas confrontaciones tienen su manifestación en el desarrollo de las sociedades, a través de movimientos de mujeres, feministas y libertarios que han terminado por influir en las políticas de los organismos internacionales como la organización de las naciones Unidas (ONU), el Banco interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM), entre otros.

Al adquirir poder político, las mujeres tienen más voz y pueden lograr cambios con sus votos para definir lo que consideran son las respuestas correctas a “sus” demandas y entrar directamente en el ámbito de la toma de decisiones políticas. Esto sucede en la actualidad al debatir temas como el aborto, el salario equitativo por un trabajo igual, la creación de guarderías e, incluso, la colaboración de los hombres en el trabajo doméstico, temas que ocupan un espacio en la política de países como México, Argentina, Colom- bia y Costa Rica. En Cuba, el código familiar adoptado en 1975 (ccc, ley 59, 1987) establece, entre otras disposiciones dirigidas a igualar los papeles de los hombres y las mujeres en la sociedad, que los hombres se encarguen de 50% del trabajo de la casa y del cuidado de los niños cuando las mujeres trabajen.7

Los apoyos teóricos
La teoría política se enriquece cuando aparecen las teóricas feministas y se refieren a la exclusión y participación de las mujeres en los procesos políticos para dilucidar las diferentes formas de poder. La bibliografía histórica sobre el poder y las teorías políticas con una perspectiva de género han inspirado este trabajo y también han aportado ideas para una aproximación crítica al discurso de teorías políticas patriarcales.8 Los libros clásicos de los enciclopedistas del Siglo de las luces marcan el camino hacia los derechos de la mujer (Condorcet 1993); en ese momento inicia, en la era moderna, el tratamiento del tema de la igualdad de la mujer y la necesidad de su ayuda en la educación. En el siglo XIX, sobre el tema de la mujer en la historia, hay algunos autores (Engels 1970; Morgan 2001; Stuart Mill 1973; Bebel 2000) que, de una forma u otra, señalan a la mujer maltratada por la política, la economía y su papel estigmatizado por el no valor que se le da a su trabajo. El siglo XX es un periodo lento de conversión hacia la democracia incluyente. a partir de la segunda ola del feminismo, en la década de 1970, se construye un corpus teórico político con nuevas perspectivas sobre la incorporación de las mujeres en los espacios de poder y de toma de decisiones políticas.

Michel Foucault es uno de los autores que me ha estimulado a estudiar algunos aspectos sobre el poder en relación con la mujer (Foucault 1992). El libro compilado por Guadalupe León, al abordar el tema de la participación de las mujeres en la política, da un panorama sobre las incidencias en los cambios sociopolíticos del continente (león 1998). En México han aparecido varios libros y videos sobre este tema y han sido un incentivo para profundizar en este estudio (Berman y Maerker 2000). Las biografías y autobiografías sirven para conocer más sobre los obstáculos y las oportunidades que las mujeres han tenido en relación con el poder político, ayudan a reflexionar sobre sus genealogías y los primeros impulsos que tuvieron sus liderazgos. El libro de Teresita de Barbieri llenó un vacío sobre la vida parlamentaria en México y las relaciones de género al interior de la Cámara de Diputados (Barbieri 2003). Han aparecido otros trabajos que reflejan la experiencia de los estados al respecto de las mujeres y el poder, como la situación de Baja California Sur (Peña Molina 2003).

Las investigaciones de Dalia Barrera en México han sido un punto de apoyo para comparar y entender la situación de las mujeres al asumir las presidencias municipales (Barrera 2005). El trabajo realizado por Dalia y Alejandra Massolo en 2003 aportó los testimonios de presidentas municipales de todo el país, su situación y cómo han resuelto los obstáculos y problemas que se les han presentado durante el ejercicio de sus presidencias. la iniciativa de reunir a un número considerable de presidentas municipales para dialogar sobre los retos que tenían en su cargo por ser mujeres ha sido particularmente enriquecedora desde la perspectiva testimonial (Bassols y Massolo 2003). No es lo mismo un informe técnico escrito que la narración de un acontecimiento por una presidenta municipal.

En Oaxaca, a partir de 1995, existen dos sistemas para las elecciones municipales: por partidos políticos y por usos y costumbres. Sobre este último tema, el libro de Cristina Velásquez El nombramiento hace una relación de las formas de elegir autoridades en los municipios de usos y costumbres y de la participación de las regidoras y funcionarias en éstos. Entre las características que señala, destaca que sólo en 18% de los municipios de usos y costumbres las mujeres no votan y, sin embargo, el voto no es la única forma para medir la participación comunitaria de las mujeres en los municipios indígenas (Velásquez 2000).

La edición que coordinaron David Recondo y Aline Hémond sobre la democracia en México y, en particular, en Oaxaca, aporta información de primera mano sobre el tema del municipio libre y sobre la ley que contempla los usos y costumbres; resulta un aliciente para estudiar la estructura y las distintas formas de gobierno municipal que existen en Oaxaca. Explican cómo se aplica la ley y cuáles son sus debilidades, retos y dilemas (Hémond y Recondo 2002). Usos y costumbres y derecho consuetudinario son dos enfoques distintos a una misma situación jurídica.

Sobre el derecho consuetudinario existen trabajos de intelectuales indígenas de los diferentes grupos étnicos de Oaxaca que aportan elementos de análisis para comprender la situación jurídica actual del estado y la participación de las mujeres en la política de sus comunidades (Cordero Durand 1982, 2001; Flores 2002; López Bárcenas 2002). Entre estos trabajos destacan los de Jaime Luna sobre Comunalidad (2003); Floriberto Díaz, sobre organización y derechos territoriales (1993), y de Adelfo Regino, sobre los derechos humanos en los diferentes pueblos originarios de Oaxaca (Regino 2002).

Es un libro construido sobre testimonios, por lo que es necesario considerar la veracidad de éstos, aun los dados por mujeres que participan en el poder político local. no puedo dejar pasar una pequeña reflexión sobre lo que significa la declaración de una mujer en un rol de dirigencia, pues surgen las preguntas: ¿es la política un lugar privilegiado para la mentira, no sólo para los hombres sino también para las mujeres? ¿Es posible pensar que existe (voluntaria o involuntariamente) una absoluta claridad sobre los hechos, los conflictos que se presentan y sus causas?9

Incursionar en la relación de las mujeres con el poder y su participación política es un campo difícil para el análisis, por los valores sobrentendidos que en relación a la mujer existen en los discursos políticos como parte de la cultura y la ideología de lo femenino y lo masculino. Entrevistas y lecturas sobre el tema del poder fueron estudiadas y analizadas desde una perspectiva política feminista, y así lo expongo en esta investigación. El punto de partida de este trabajo es el cuestionamiento y la crítica de lo ya sabido o cuando menos considerado como “conocimiento verdadero”, porque es lo que permite profundizar en el conocimiento. Si en alguna entrevista me ocultaron información, no se dijo toda la verdad, ni siquiera la mitad o la tercera parte, lo considero válido, pues el testimonio expresa el deseo político de la entrevistada, reflejado al guardar silencio sobre algunos aspectos de su participación o al obedecer los preceptos aprendidos por quienes la precedieron y de quienes conoció no sólo sus acciones, sino también la res- puesta crítica de mujeres y hombres sobre las mismas.10

Los estudios de género tienen que ver con el análisis diacrónico y sincrónico del proceso de transición de la mentalidad patriarcal o centrada en el poder masculino a otra que puede denominarse de humanismo incluyente. Esto se ha ido construyendo con aportes específicos en los diferentes campos de las ciencias. Se habla de teorías feministas y de género, y de una teoría que engloba los distintos aportes hechos en estos campos principalmente por las mujeres, aunque en la actualidad algunos hombres ya empiezan a realizar análisis sobre el significado social de ser varones y los supuestos implicados en ello, un aporte más a la teoría de género en proceso de consolidación (Seidler 2000). Este trabajo se realizó partiendo de las teorías feministas y de género que han aportado nuevos enfoques de análisis para las ciencias sociales. la perspectiva política feminista es el eje conceptual teórico de este trabajo.

Entiendo por perspectiva política feminista el enfoque en la lectura de una acción, suceso activo o pasivo que involucra a actores hombres y mujeres en la toma de decisiones que afectan a la comunidad y a la persona. Esta perspectiva pretende deconstruir los supuestos teóricos y metodológicos descritos y prescritos que han establecido las capacidades e incapacidades de acuerdo al género. Estas descripciones y prescripciones se encuentran en los “libros sagrados”, sean religiosos, filosóficos, históricos o legislativos, que parten de las diferencias biológicas de hombres y mujeres, posicionando a los primeros en situaciones de superioridad, y, a las segundas, de inferioridad, así, han descalificado desde el pensamiento patriarcal a la mujer. Por ese motivo, el poder y la política se encuentran tradicionalmente como espacio exclusivo del género masculino. En la actualidad, las mujeres incursionan en el campo de la política, y describir, analizar y reflexionar sobre la forma en que lo realizan, así como las respuestas que reciben, es el objetivo de este estudio. En la búsqueda de la igualdad política entre hombres y mujeres es necesario pasar primero por la equidad de género, que permita a las mujeres acceder a los espacios de toma de decisiones, y, en seguida, considerar la igualdad en cuanto al ejercicio de los derechos políticos de las mujeres.

Las mujeres han incursionado en el campo de la política desde distintos espacios, pero el de las presidencias municipales es relativamente nuevo para ellas. a medida que investigué en la historia de los municipios oaxaqueños encontré que las mujeres ciertamente han colaborado en este cargo, pero no ha sido reconocido como un espacio de mujeres. a través de la historia son los hombres quienes han tenido el reconocimiento de su participación política para dirigir a la sociedad, así, la teoría política más conocida ha sido prácticamente exclusiva de los varones y, más aun, no se reconoce que pueda haber diferencias en la práctica política entre hombres y mujeres.11
Los estudios de mujeres y las diferentes perspectivas de género
Los aportes de los estudios de la mujer y, más tarde, los de género, han revolucionado la forma de pensar en la academia y, en la actualidad, permiten una mayor visibilidad de todos los grupos discriminados y, en especial, el de las mujeres. Estos aportes han abierto la puerta a la crítica de mujeres afroamericanas, asiáticas, mexicanas o latinas en Estados Unidos hacia las primeras académicas feministas, porque consideraban su situación de clase como la posición universal de las mujeres. En su momento, las mujeres de grupos minoritarios, poscoloniales y marginados señalaron que en sus luchas prevalecen, a la par de situaciones de género, las estructuras sociales (clase social, raza y diversidad étnica), y que es necesario entender la cultura subyacente en cada uno de estos espacios de poder para tener la visión completa y compleja de la sociedad.12 Esta lucha fue transformando al feminismo y a toda la academia (Maier y Lebon 2010). Asimismo, se ha cuestionado la colonización de este movimiento observando el fenómeno desde diversas perspectivas (Suárez Navaz y Hernández 2008).

Las publicaciones de diferentes instituciones sobre los resultados de investigación relacionados con los estudios de género en México13 son indispensables para las nuevas perspectivas sobre este campo de estudios, que se ha ganado un espacio dentro de la academia y los gobiernos, en México y en el extranjero. Importantes, también, para este aprendizaje sobre la mujer y el poder han sido los aportes de algunos estudios pragmáticos validados por un trabajo con comunidades de base que realizaron feministas en varias asociaciones civiles.14

Finalmente, para el análisis del discurso y algunas reflexiones sobre el poder y su ejercicio por mujeres han sido muy útiles los trabajos de Erving Goffman como Estigma: La identidad deteriorada (Goffman 1998); de Teun a. Van Dijk sobre el análisis del discurso y la construcción de las ideologías (Dijk 1998, 2000, 2003), y las teóricas feministas mencionadas anteriormente, desde la filosofía (Amoros 1991), desde la historia (Lerner 1981, 1986, 1997; Scott 1990) y desde la psicología (Gilligan 1983). Sin los aportes de estas teorías e instrumentos metodológicos mi visión en el trabajo de campo hubiera sido muy limitada.
Construcción del objeto de estudio
Analizar el tema de mujeres y poder desde un trabajo empírico de investigación con presidentas municipales, realizado de 2000 a 2006 en el estado de Oaxaca, es el objetivo de este estudio. Una parte importante en el análisis de la participación política de las mujeres, es decir, en la relación de las mujeres y el poder, lo ocupan sin duda los estudios realizados en distintos campos sobre la cultura, la simbología de los ritos, los mitos y las prácticas llamadas de “sentido común” (Dijk 2003) que son bisagras de la ideología patriarcal. Entre los trabajos que me han ayudado a comprender mejor estos aspectos de interrelación entre el sujeto estudiado y el sujeto que estudia se encuentran los de Geertz, quien mira a la cultura como un proceso (Geertz 1997). De igual forma, Günther Dietz señala esta forma de concebir la cultura como “algo a lo que puede atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta”, abarca los contextos y su forma de establecer relaciones, “la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera inteligible” (Dietz 1973). En pocas palabras, entender el sentido de lo cotidiano y sus relaciones.

Los cambios en la cultura política son parte de los procesos culturales y a partir de la mayor actividad de las mujeres en este campo cambió la forma de hacer política y la comunicación sobre ésta. Juega un papel relevante la comunicación, la información de lo que sucede en otras partes del mundo, las nuevas tecnologías y los medios de comunicación se vuelven un baluarte para la política de transición y la mayor participación de las mujeres. la pregunta que surge es: ¿Puede el ejercicio de la política ser diferente según el género? Se ha hablado de las formas en las que las mujeres ejercen el poder, en ocasiones, la prensa señala, como en el caso de Margaret Tatcher, la Dama de Hierro, que ellas proceden igual que los hombres.

Es novedoso el desempeño de las mujeres en la política pública municipal en Oaxaca. Hasta el año 2006 no llegaba a 2% la participación femenina en las presidencias municipales. Si se considera que las mujeres en Oaxaca, sobre todo en las pequeñas poblaciones, se han desenvuelto en el rol tradicional de la mujer como madre, esposa, abuela, suegra; que se han ocupado de los servicios domésticos: la crianza de los hijos, la alimentación, el vestido, la salud, la educación, y de negociar para cubrir las necesidades físicas, objetivas y subjetivas de los integrantes de la familia, se puede comprender por qué su participación en la política ha sido restringida: es una consecuencia lógica del sistema patriarcal y su ideología. En los discursos, a las mujeres se les ha descrito de acuerdo con la definición de “naturaleza femenina”: sumisas, bondadosas, tiernas, sacrificadas, etcétera. Por lo anterior, su participación política como autoridades municipales rompe viejos esquemas de comportamiento y las ubica en situaciones de conflicto, y requiere aproximaciones críticas al ejercicio del poder que realizan. La participación de todas y todos en el ámbito público como parte íntegra de la “democracia” incluyente simbólicamente contradice la imagen tradicional de la mujer, y a la nueva mujer política la sitúa en una zona de conflicto, entre lo que se considera el deber ser y lo que se es.

Considerando que las palabras son vehículos de contenidos ideológicos que permean los sentimientos y el comportamiento de las personas, así los discursos se vuelven prescriptivos de conductas femeninas y masculinas, de ahí la relevancia de los testimonios de las presidentas y sus familiares, de ahí que sean la materia prima de este trabajo.

Es un libro testimonial, donde lo más importante es escuchar las voces de las presidentas, sus apreciaciones sobre el momento que les tocó vivir y cómo resolvieron los problemas una vez que estuvieron como cabeza del ayuntamiento. la primera vez que se cita un testimonio se pone al pie de la página el nombre de la persona que lo da, el lugar donde se recabó y, si es una presidenta municipal, el periodo durante el cual ejerció el cargo. El libro ha sido estructurado de la siguiente forma:

En el primer capítulo, la mujer, la política y el poder, se pretende proporcionar una visión retrospectiva en la historia del pensamiento sobre el papel que ha jugado la participación de la mujer en las ideas de los pensadores, filósofos, historiadores y cronistas; cómo han visto su participación política y el papel que para muchos debía jugar la política del estado en la educación de la mujer. remontarse a los filósofos griegos puede pensarse como anacrónico, mas en la historia del pensamiento político patriarcal no es así cuando se constata que algunas viejas ideas sobre un discurso sexuado (Dalton 1996) son las que se siguen esgrimiendo para discriminar a la mujer. Durante muchos siglos, la lectura y la escritura eran prácticamente el dominio masculino en exclusiva, y las mujeres no analizaron desde una perspectiva crítica las ideas que configuraron su posición en la sociedad, salvo raras excepciones. Se analiza cómo la educación para las mujeres fue un impulso clave para su participación política.

El capítulo dos, Feminismo, movimiento de mujeres y democracia, establece cómo a partir de que las mujeres pueden votar se presentan nuevas formas de participación política. la importancia que tiene el primer movimiento de mujeres que luchó por el voto y sus logros son manifestaciones de un proceso democrático para la segunda ola del feminismo, donde las académicas investigan cómo ha quedado proyectada la participación de las mujeres en las ciencias sociales. a partir de la crítica académica se construyen nuevas teorías para el análisis de las relaciones entre hombres y mujeres. En la descripción de esta lucha por una nueva interpretación de las ciencias sociales se considera que los aportes de las mujeres a la economía y al desarrollo social tienen consecuencias políticas. la búsqueda de la igualdad en la política se traduce, en el periodo de transición, en el cambio de leyes y acuerdos internacionales en favor de la equidad. Sin embargo, como las mentalidades no cambian a partir de las leyes, la mayor participación de las mujeres produce una serie de nuevos conflictos, de ahí el título del libro: Democracia e igualdad en conflicto. Las presidentas municipales en Oaxaca.

En el capítulo tercero, Sistemas políticos de elecciones en el estado de Oaxaca, se describe la singularidad del estado en cuanto a la forma de elegir a sus autoridades municipales, se incluyen dos apartados: Elecciones por partidos políticos, donde se describe y analiza a los partidos políticos que existen en Oaxaca y han postulado presidentas municipales y ganado la elección, sus trayectorias y las elecciones que se realizan por este sistema semejantes al resto del país; y la novedad que instauró en Oaxaca a partir de 1998 con sus formas y normas de gobiernos municipales regidos por usos y costumbres, donde se profundiza en la materia de este sistema tradicional y cómo fue incorporado a la legislación del estado, las leyes que se tuvieron que modificar en la Constitución de Oaxaca, la historia y los alcances de esta reforma, así como la opinión de algunos intelectuales indígenas sobre la puesta en práctica de forma oficial de estas costumbres.

En el capítulo cuarto, las presidentas municipales en Oaxaca, se analiza la participación de las mujeres en ambos sistemas, tanto en el de partidos políticos como en el de usos y costumbres. Mediante el diálogo con mujeres que fueron presidentas municipales o que lo eran en el momento de la investigación, se reconstruyeron sus genealogías políticas, su trayectoria en cuanto a vinculación con un partido o con las actividades de los municipios de usos y costumbres. Se describe y analiza la dicotomía entre lo privado y lo público como ámbitos de debilidades o fortalezas para las mujeres; cómo funcionan los roles sexuales al interior del municipio, y algunas de las situaciones que enmarcan el valor, honor, prestigio y desprestigio frente a las cuales han tenido que reaccionar las presidentas: situaciones de rumores o chismes y la relación que desarrollaron con la prensa. Y cómo situaciones de contexto político conflictivo entre partidos terminaron expresándose violentamente contra ellas.

En el capítulo quinto, la mujer cabeza del ayuntamiento y el poder, se analizan las diferencias y semejanzas en el ejercicio del poder entre hombres y mujeres, lo que significa la toma de decisiones y el ejercicio de prácticas machistas. Se considera la idea que las presidentas tienen sobre algunos asuntos de Estado relacionados con la transparencia en el ejercicio de los recursos y la corrupción; las actividades de cabildeo y gestión administrativa de las presidentas, cómo logran la solución de algunos conflictos con la oposición y al interior de sus partidos y en los cabildos. En general, cómo se agencian para armonizar sus actividades políticas con las funciones en la familia. la concepción que se tiene de la democracia y cuáles son los obstáculos y oportunidades que encuentran por el hecho de ser mujeres. la relación que las mujeres de partidos políticos tienen con éstos y con sus comunidades. Cuáles son los caminos políticos o profesionales de las que llegan a las presidencias por el sistema de usos y costumbres. A partir de las experiencias que narran, se analiza cómo en la mayoría de los casos está presente el tema de la democracia y la participación ciudadana. Por ello se analizan las formas en que el poder funciona a partir de los liderazgos de las mujeres que acceden a las presidencias municipales en México y, particularmente, en Oaxaca.

En el capítulo sexto se encuentran las reflexiones finales sobre los hallazgos en la investigación: por qué considero que en la actualidad y en los espacios estudiados existe un conflicto entre la democracia, la igualdad y la equidad de género.

He incluido algunos anexos sobre quiénes son las presidentas y candidatas entrevistadas, su situación específica. notas de prensa, en el caso de la candidata asesinada. Documentos que avalan la lucha legal de una presidenta que fue destituida y otra que se enfrentó al Congreso del estado, y que finalmente la Suprema Corte de Justicia de la nación (SCJN) falló en su favor. Algunos ejemplos de cómo la prensa trata a las mujeres políticas, así como cuadros y mapas que ilustran la situación política del estado de Oaxaca, con la intención de enriquecer la lectura, al situar esta investigación dentro del contexto espacial, geográfico y social en el que se realizó.


En cuanto a los hallazgos en la investigación que sustenta la hipótesis de que en la actualidad, en el periodo y en el espacio estudiados, existe un conflicto en la práctica de acciones concretas cuando las mujeres ejercen cargos de autoridad, es decir, entre el ideal de la igualdad y la democracia y lo que sucede en la práctica, considero que muchos testimonios podrían ser extendidos a otros espacios y al tiempo presente. los aspectos del accionar de las presidentas y los retos que encuentran, que se presentan detalladamente, si bien no son exhaustivos, sí son elementos que pueden ayudar a comprender mejor cómo y con qué construir una democracia con caracte- rísticas sustantivas de igualdad.

OAXACA: UNA CRONOLOGÍA.

1898.
Rafaela Varela entrega Carta a Porfirio Díaz, con cientos de firmas de mujeres, para obtener el derecho al voto.

1901. 
En la lucha por obtener el voto un grupo de mujeres de Cuicatlán logran “meterse a la historia escrita”, lanzaron una proclama en la que señalaban “sentirse impulsadas a tomar participación en esa anhelada reacción que tiende a hacer efectiva en el presente siglo nuestras libertades públicas y por ende la emancipación de la mujer de la funesta tutela clerical…” Documento fue firmado por Adelina Figueroa, Tirsa y Consuelo Palacios, Petrona Velasco, Dolores López, Manuel Añas, Delfina Figueroa, Margarita Escalante, Adelaida y Gertrudis Heras, Sofía y Guadalupe Carrera, Valeria Barrientos, Luz de Rojas, Flora y Dolores García, Delfina y Natividad Urda, Elisa y Raquel Velasco.

1910. 
La Agrupación Feminista Josefa Ortiz de Domínguez apareció el 24 de junio con un manifiesto a los artesanos y el pueblo. En él, las mujeres exhortaban a la población a apoyar la candidatura de Benito Juárez Masa a la gubernatura del estado.

1911. 
El Club Feminista de Ocotlán de Morelos, expresó su deseo de que las mujeres pudieran participar en la política militante y tener derecho al sufragio.

1911 
El Diario “El Avance” se declarara contrario a otorgar el voto a las mujeres, por ser ajeno a su naturaleza y a las costumbres imperantes…”

1916. 
Artemisa Sanz Royo fue designada por el general Jesús Agustín Castro como delegada al Congreso Feminista que se celebró en Mérida, Yucatán

De 1917 hasta 26 periodos de presidencias municipales, si los multiplicamos por 570 municipios, resultan 14,820 presidencias municipales, sin contar que en algunos municipios de usos y costumbres la presidencia se ejerce por periodos de un año o máximo año y medio. Si en este periodo sólo ha habido 25 presidentas, resulta que el porcentaje de participación de las mujeres en las presidencias municipales es 0.1686%.

1936. 
Dea Esperanza Velasco Jiménez, estudiante universitaria de la carrera de Derecho en el entonces Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca. Recuerda en especial la actitud de su maestro Joaquín Acevedo, entonces dirigente del Partido Acción Nacional (PAN), como el hombre de quien más hostigamiento recibió, por lo que tomó la determinación de concluir su carrera en la Universidad Nacional de México (UNAM), cuya tesis fue nombrada como el mejor trabajo del año.

1962. 
Luisa Clara Chávez Chora, presidenta municipal de Juxtlahuaca.

1976-1978. 
Elasia Edilia infante Peláez, presidenta municipal de San Juan Cacahuatepec, y Margarita Cruz de Matamoros, de Santiago Tamazola. 

1982 a 1984. 
Perla del Carmen Rojas Narváez fue presidenta municipal de Santa Catarina Juquila.

1984 a 1986. 
En Cuicatlán gobernó la presidenta María R. Osante de Late

1984. 
Orfa Bohórquez, lideresa política de Miahuatlan, fue asesinada.

1984. 
Rodolfina Soriano de Mendoza contendió para ocupar la presidencia municipal de Tututepec.

1986. 
Macrina Ocampo, elegida por la asamblea de San Juan Lalana como presidenta municipal.

1986. 
Contiende para la presidencia municipal de Huajuapan de León, Paz Cruz Cevallos y a pesar de ganar las elecciones, no se le permite tomar posesión.

1990. 
Gloria Altamirano asumió la presidencia municipal de Tlacolula.

1992. 
Luisa Cortés Carrillo fue presidenta municipal en San Pedro Tututepec. 

1992. 
Altagracia Vega torres ganó en el municipio de Cosolotepec.

1992. 
Felisa Cruz Fuentes, fue electa para el mismo periodo en un ayuntamiento de usos y costumbres,

1992. 
Maricela Acevedo Cruz fue presidenta de San Marcos Arteaga.

1992. 
Juana López García, dirigió la presidencia de Teotongo.

1992. 
Sola de Vega es uno de los municipios que ha tenido dos mujeres presidentas, María Silvia Narváez y María del Carmen Romero Mancebo.

1992. 
Guadalupe Álvaro Méndez fue presidenta de Santa Cruz Bravo, Teposcolula.

1992. 
Gloria Ordiozabal fue presidenta de San Juan Cuicatlán.

1992. 
Maricela Martínez, presidenta municipal de Zaachila 

1992. 
En Ciudad ixtepec, Rosario Villalba Couder llegó a la presidencia municipal.

1983. 
Cirila Sánchez, Chatina, Diputada local.

1988. 
Cirila Sánchez, Diputada Federal.

1994. 
Cirila Sánchez, Senadora.

1995. 
Leticia Mendoza Toro fue nombrada rectora de la UABJO.

1998. 
Fueron candidatas a presidentas municipales en el istmo de Tehuantepec por el sistema de partidos políticos, seis mujeres para los municipios de asunción Ixtaltepec, Adelina rasgado Escobar; San Francisco ixhuatán, María Luisa Matus Fuentes; Zanatepec, Adelma Núñez Jerónimo; Niltepec, Irma Medina Ramírez; Salina Cruz, Rosa Nidia Villalobos y Juchitán de Zaragoza, Lugarda Charis,. Cuatro ganaron las elecciones, y las candidatas por Salina Cruz y Juchitán —municipios de más de 20,000 habitantes—, perdieron. La presidenta de Niltepec, Irma, murió de un infarto al corazón al año de estar en el poder. En San Juan Cuicatlán, Margarita Flores Romero; Fabiola Méndez García de Santa Cruz Mixtepec, Rosario Cerón Ramírez, de Acatlán de Pérez Figueroa; Estela Reyes Ortiz, de Santa Catarina Tayata, Tlaxiaco; Carmen Alvarado Torres, de Calihuala, Silacayoapan y Maricela Acevedo Cruz, de San Marcos, Arteaga.

1998. 
Sofía Castro, electa presidenta de Yautepec 

2000-2004. 
En la mixteca fue electa en Yolomecatl, Tomasa León Tapia.

2002-2004. 
Ramona González, Presidenta municipal de Huajuapan de León.

2002-2004. 
Delfina Guzmán por el municipio de Jamiltepec y Ramona González por Huajuapan de León, Rosa Hernández de Lachatao Ixtlán; Herminia Celia López Juárez de San Pedro Molinos fue electa y destituida al finalizar su primer año, por un conflicto interno. Gema Abigail Morán Morales fue presidenta de San Pedro y San Pablo Tequixtepec.

María Teresa Marín, que fue interina en varias ocasiones del municipio de Tehuantepec.

Entre 1998 y 2004, 22 mujeres ocuparon el cargo de presidente municipal.


2007. 
Eufrosina Cruz triunfó en la elección a presidenta municipal de Santa María Quiegolani y su triunfo fue anulado porque “las mujeres no podían ser electas al cargo”.

2010. 
Eufrosina Cruz, diputada local y Presidenta del Congreso de Oaxaca.

2010. 
En asamblea comunitaria se eligieron tres regidoras. Inició el cuestionamiento sobre los usos y costumbres en el ejercicio ciudadano.

Entre 2010 y 2012, de 31 municipios que realizaron sus asambleas, solo cuatro mujeres ocuparon cargos, el 2.3% de 172 lugares: una presidenta municipal y una regidora de Hacienda (San Juan Evangelista Analco), una síndica (Santa Magdalena Jicotlán) y una regidora (San Miguel Tulancingo).

2012. 
Eufrosina Cruz, diputada local

2012. 
Por primera vez, en el municipio de San Miguel Tulancingo, Oaxaca, una mujer fue electa para el cargo de regidora.

2012. 
De 42 escaños, 15 diputadas. 35.7%

2012. 
Hay ya 29 instancias municipales de la mujer.

2012. 
De los 570 municipios, los  gobernados por mujeres: 
1. Cristina Reyes López,  en Reyes Etla; 
2. Rocío Castillo Jiménez, en San Pablo Etla; 
3. Thelma Adriana Chávez Chonteco, en La Pe Ejutla; 
4. Sofía Robles Hernández, en Santa María Tlahuitoltepec; 
5. Cecilia Teresita Florida Ricárdez  Arango, en San Pedro Apóstol. 
6. Alicia Concepción Ortiz Hernández, en Santa Catrina Ticuá;     
7. Olivia Basilia Pérez Jiménez en Santa María Yavesía; 
8. En Tlacolula de Matamoros está Concepción Robles Altamirano; 
9. Rufina Natalia Santiago Matías, en San Antonino Castillo Velasco. 
10. Alicia concepción Ortiz Hernández, en Santa Caterina Ticuá.

2012. 
En San Miguel Peras también hubo un gran avance,  por primera ocasión una mujer es nombrada síndica, Carmela Ramírez Santiago.

2013. 
"En el próximo trienio, siete mujeres serán presidentas municipales, 37 sindicas y, considerando sólo a las planillas ganadoras (sin considerar las regidurías de representación proporcional), tendremos 154 regidoras".
Presidentas municipales
1. Gerardina Valeriano Blas, en Cuilapan de Guerrero 
2. Yolanda Britania Álvarez Pérez, en Zimatlán de Álvarez
3. Sonia González Playas, en Soledad Etla;
4. Rebeca Altamirano Ramos en Santa María Jalapa del Marqués; 
5. María de los Gosos Villavicencio López, en San Juan Cacahuatepec, 
6. Francisca Pineda Vera, en San Juan Guichicovi.

2013. 
16 diputadas. 38%

Difícil el camino de las oaxaqueñas hacia espacios públicos.


Soledad Jarquín.

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